14 de octubre, 2016
Estimados y estimadas Pastores, Pastoras, hermanos y
hermanas:
¡Saludos desde la casa de mis papás en el nombre del
Príncipe de shalom! Es un placer poder
comunicarme con ustedes primeramente para agradecerles sus oraciones y su
preocupación por mi ministerio y vida personal.
Desde que me despedí de Chile en abril del presente año, he estado
viajando y visitando iglesias a lo largo y ancho de Estados Unidos. ¡Creo que hasta ahora llevo más de 120
presentaciones! He sido recibida con
tanto cariño y respeto que, a pesar de
la locura de un año de elecciones presidenciales y en medio del confuso
revuelto propagado por los medios de comunicación, puedo testificar que los hermanos
y las hermanas en las iglesias locales de este país tienen corazones llenos de
compasión, curiosidad y deseo ferviente de compartir el amor del Señor hasta
los rincones más oscuros de su propio país y el mundo.
Como pueden imaginar, la despedida de Chile después de 20
años en la Iglesia Pentecostal de Chile y 15 años en el Centro Shalom no fue
nada fácil. Todavía no puedo ver una bandera
Chilena sin sentir nostalgia y en algunos momentos las ganas de encontrarme con
mis amigos y amigas o de caminar por el bosque casi me hacen llorar. Sin embargo, el Señor sigue confirmando en
muchas formas que éste era el momento de soltar y dejar que tantas personas
capaces y comprometidas se hicieran responsables de los proyectos y probaran
hacer realidad la visión que el Señor les ha dado. En especial estoy agradecida por tener la oportunidad
de trabajar con el Obispo Ulises Muñoz, el equipo del Centro Shalom y con
Patricia Gómez (la directora del Centro Shalom) durante los últimos meses de mi
tiempo en Chile cerrando procesos y dejando en buena forma los proyectos y
programas. ¡Estoy muy agradecida con el
Señor por todas las bendiciones que recibí en Chile y por las personas cuyas
vidas siguen siendo testimonio del shalom de Dios en mi vida y en las vidas de muchos
otros! ¡GRACIAS CHILE!
Después de un proceso de discernimiento y con la invitación
del Instituto de Estudios e
Investigación Intercultural (INESIN), Ministerios Globales de la Iglesia Unida
de Cristo y de la Iglesia Cristiana, Discípulos de Cristo en Estados Unidos y
Canadá, me ha nombrado como misionera al estado de Chiapas en el sur de México,
frontera con Guatemala. Estaré viviendo
en San Cristóbal de las Casas y trabajando principalmente con los diferentes
grupos de la étnia Maya e iglesias alrededor de la ciudad. Chiapas es un estado con gran belleza
cultural y natural, y San Cristóbal es conocido como "el más mágico de los
pueblos mágicos" de México. A la
misma vez, estaré aprendiendo mucho sobre los desafíos sociales y ambientales
de una de las zonas de mayor confluencia migratoria desde Centro América hacia
Estados Unidos, de grandes luchas por el
uso y el control de la tierra y sus recursos y de esfuerzos tanto pacíficos
como violentos para lograr la justicia y el derecho de los pueblos originarios. La invitación es para que yo conforme parte
del equipo que ha estado trabajando temas de sanidad de traumas y
transformación de conflictos tanto para individuos como comunidades en este
complejo escenario político, social y religioso.
En cuanto al seguimiento de los cursos de Retoños en las
ruinas: esperanza en el trauma en Chile, Argentina, Paraguay, Nicaragua, México
y Puerto Rico, debo esperar llegar a Chiapas ahora
en noviembre (2016) como para organizarme con los programas del INESIN.
Una vez más, gracias a todos y todas por el apoyo que me han
brindado. Agradecería mucho sus
oraciones en este nuevo llamado que he recibido y aceptado de parte del Señor
como también por el ministerios que realizan los participantes en Retoños en
las ruinas: esperanza en el trauma en diferentes países de América Latina.
¡Qué Dios les bendiga y les inspire en el llamado que les ha
entregado a cada uno y una!
Shalom,
Elena