Un joven carabinero se apareció en el culto de entre semana portando su uniforme. Nadie lo conocía, y por lo tanto, los hermanos se preguntaban quién era y por qué venía. En el momento de los agradecimientos y peticiones, pidió permiso cortésmente para dirigirse a la congregación. "Es probable que no me reconozcan," comenzó. "Yo crecí en una de las poblaciones más terribles de esta ciudad. Muchas veces tuve hambré y me padre me golpeaba. Estaba rodeado de alcoholicos y drogadictos. Cuando era un niño pequeño, mi abuelo a veces me traía a esta iglesia. Aquí me alimentaron y aprendí que yo era importante para Dios. Me amaron sin importar de dónde venía y lo que me pasaba en mi casa. Hoy he vuelto, después de tantos años, para decirle "gracias" a la hermana quien fue mi maestra de la escuela dominical. Hermana," y aquí volteó hacia el coro donde estaba sentada la mujer quien le había enseñado a los niños y las niñas de esta iglesia por más de 20 años, "gracias por los regalos de dignidad, respeto y esperanza que usted me entregó. A pesar de que usted no podía cambiar mi situación familiar o las condiciones sociales a mi alrededor, yo escogí ser carabinero para que yo pudiera hacer mi parte para que este mundo sea un poco más justo para los niños y las niñas que crecen en situaciones como la mía. Gracias por creer en mi. Nunca la he olvidado."
La justicia creativa puede ocurrir cuando una víctima no puede alcanzar sus necesidades de justicia por medio del sistema legal u otros sistemas de la sociedad. Una de las formas en que funciona la la justicia creativa es cuando la víctima trabaja para asegurarse que el mismo daño que ha experimientado no le suceda a otros. Conforme luchamos para hacer una sociedad más justa para las víctimas de la injusticia sistémica, recordemos también que como la iglesia, una comunidad de fe, tenemos oportunidades únicas para abrir las puertas para que pasen aquellos quienes buscan justicia y una manera creativa para enderezar lo que ha sido torcido.