Edwin Markham

"Burlado" por Edwin Markam

Dibujó un círculo para afuera dejarme-
Hereje, rebelde, así de mi mofarse.
Pero el Amor y yo con ingenio ganamos:
dibujamos un círculo y lo atrapamos!

viernes, 27 de junio de 2014


Una estrella en la ventana

Una estrella en la ventana

Durante la segunda guerra mundial era costumbre en los Estados Unidos
que una familia que tuviera un hijo sirviendo en el ejercito colocara
una estrella en la ventana frontal de su casa. Cuando esta estrella
era dorada, entonces significaba que este había entregado su vida
por su país.

Hace muchos años caminada un hombre con su hijo por las calles de
Nueva York y al ver las ventanas llenas de estrellas preguntó a su
papá sobre qué era esto, su padre le explicó lo que significaba y
cómo estas familias que habían entregado un hijo por su país colgaban
estas estrellas como un homenaje a sus sacrificios.

Finalmente llegaron a un lote vacío y pudieron observar el cielo
iluminado de aquella noche, podía verse particularmente una
estrella muy brillante en el cielo, el niño al ver este precioso
espectáculo contuvo el aliento y afirmó:
- Mira papá, Dios también debió haber dado también su
hijo, hay una estrella colgada en su ventana.
- Es verdad, hay una estrella en la ventana de Dios, ¿te das
cuenta de lo que hizo Dios por nosotros?, entregó a su hijo por toda
la humanidad.

Cuando veas esta estrella en la ventana de Dios recuerda esto:   "En
esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida
por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por
nuestros hermanos.  1 Juan 3:16 (NVI)" - "Porque tanto amó Dios al
mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en
él no se pierda, sino que tenga vida eterna.  Juan 3:16 (NVI)"

miércoles, 11 de junio de 2014

La pulga en el arca de Noé

La pulga en el arca de Noé

Génesis 9:12-16  
Verso 13: “...he puesto mi arco iris en las nubes, y servirá como señal del pacto que hago con la tierra.“

La pulga no tenía ninguna intención de ir de viaje, ni mucho menos en alta mar.  Vivía tranquilamente justo detrás de la oreja de un zorrillo negro y se paseaba de vez en cuando por la raya blanca que formaba un camino en la espalda del animal.  No era exactamente un hogar lujoso o de gran honor, y aunque aveces soñaba con mudarse a un barrio de categoría (como la barriga de un león), estaba contenta con tener casa y comida. Su única queja era que de repente  su anfitrión tenía unos olores espantosos, pero en cuanto estos desaparecían, la pulga se olvidaba de las molestias.
            El viaje comenzó sin que ella se diera cuenta.  Sucede que una mañana, justo después de que la pulga picara para su desayuno, el zorrillo gritó y con un sobresalto corrió alocadamente por la pradera.  La pobre pulguita hizo todo lo posible por no salir volando ni tampoco marearse con las vueltas y los rebotes.  Por fin quedó tranquilo el zorrillo, aunque su pecho seguía tragando aire, y entonces ¡pssssst! la pulguita se tomó las narices para defenderse contra ese olor horrible.  Lo peor fue que el zorrillo en ese momento fue atrapado en un gran saco de tela y por eso se tardó mucho más de lo normal en dejar de apestar.
            Si el viaje comenzó mal, entre los olores y el saco oscuro, de allí empeoró el asunto. Cuando sacaron al zorrillo del saco, lo encerraron en una jaula pequeña la cual dejaron al lado de un par de chanchos (¡supongo que porque a ellos no les importa que algo huela mal!)  Los primeros días, la pulga lamentaba el no poder gozar de la luz del sol ya que parecía que en este lugar no llegaba ni el amanecer ni el anochecer.  Pero después, la falta de luz era lo de menos.   Según los chismes que había oído de otra pulga que venía de paso, había cualquier cantidad de animales encerrados en ese lugar, y conforme pasaba el tiempo, los olores y la humedad se tornaban realmente insoportables. Si es que antes se le había irritado la nariz, ahora casi se desmayaba con cada respiración.  Además había comenzado un movimiento constante donde  todo se balanceaba hacia arriba y hacia abajo, y dejaba a la pobre pulguita con el estomago revuelto y los ojos saltones.  El zorrillo quedaba cada día más flaco pues le daban de comer solo lo necesario para vivir. Claro que la pulguita también se vio forzada a ponerse de dieta.
            Le parecía que los problemas nunca acabarían.  Estaba seguro de que ya habían pasado por lo menos cuarenta días, hasta quizá cuarenta meses, sin que mejoraran las cosas. Pero justo cuanto la pulga se iba a dar por vencida y había empacado su maleta para  salir en búsqueda de mejor situación,  paró  de subir y bajar.  En poco tiempo, sintió cuando levantaron la jaula, y chilló al cerrar los ojos pues le dolían con la luz de sol.  En un dos por tres, el zorrillo se escapó y se puso a rebuscar alimentos entre las nuevas hojas y la tierra aun mojada.  La pulga se dio cuenta que la vida pronto regresaría a lo que era antes y que una vez más disfrutaría de ricos desayunos y tranquilos paseos por la espalda de su anfitrión.  ¡Por cierto, nunca más se quejó de los olores!              
      Pero no crean que este cuento termina aquí. ¡No!  La verdad es que la pobre pulguita nunca se dio cuenta que participó de un hecho recordado hasta hoy día.  Fue parte de la promesa de Dios a todos los seres vivientes de la tierra. Dios prometió que nunca más cubriría la tierra entera con agua y esa promesa la selló con un hermoso arco iris.  Algunos dirán que fue por pura casualidad o suerte que una pulga viajara en el Arca de Noé, pero también cuentan por allí que cuando se reúnen las pulgas a comadrear,  no se olvidan de aquel abuelo suyo que sobrevivió la gran inundación.  Y ellas dicen que por más pequeñas que sean, son parte también del  plan perfecto de Dios.


lunes, 9 de junio de 2014

¡Nieve en el Centro Shalom!


Cayó casi un metro de nieve en el Centro Shalom.  ¡Tendrémos mucho trabajo limpiando los árboles que se cayeron!