Marie Fortune, pastora y directora del Centro para la Prevención de la
Violencia Sexual y Doméstica con sede en Seattle,
E.E.U.U.A. define el abuso sexual como un pecado multidimensional
afectando todas las áreas vivenciales del ser humano.
¨ Es un pecado carnal: Viola la integridad de la víctima y tiene
como consecuencias una cantidad de aspectos relacionados con el cuerpo que
duran toda la vida.
¨ Es un pecado relacional: Acaba con la confianza y destruye la
posibilidad de una relación saludable entre la víctima y el abusador. Igualmente, esto hace que la víctima se le
dificulte confiar en otros y, por lo tanto, impide las relaciones adecuadas
presentes y futuras.
¨ Es un pecado social: Se lleva a cabo en situaciones secretas en
las que se sostienen relaciones abusivas y se crea un ambiente
destructivo. Incluso aquéllos que no
están directamente involucrados se ven afectados por el abuso cometido por un
miembro de una familia, una iglesia o una comunidad.
¨ Es un pecado sexual: Distorsiona y hace mal uso de la
sexualidad. El abuso daña los
sentimientos de la victima acerca de su sexualidad y la deja con secuelas que
cambiarán su habilidad de aceptarla y expresarla durante mucho tiempo después
de que el abuso se hubo cometido.
“En términos de una teología de la creación en la que los humanos son
afirmados como criaturas hechas a la imagen de Dios, actos de abuso sexual son
blasfemos porque niegan lo sagrado del otro ser humano. En palabras corrientes, ¡el abuso sexual está
mal porque hiere a las personas y estas heridas son para toda la vida!
Tomado de:
Fortune, M.M. Sexual violence: the unmentionable sin. New York: the Pilgrim
Press, 1983.
Holderread Heggen, Carolyn. Abuso Sexual en los hogares Cristianos y
la Iglesia.
Guatemala: Ediciones Semilla, 2002. P. 25.
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