CONVERSACIÓN 7:
Cooperación y competencia
En el campamento
fortalecemos la cooperación en todos los niveles. En esto vamos en contra de la corriente de la
cultura actual. Aun la educación se ha
vuelto una competencia de calificaciones donde hay ganadores y perdedores. Ya no nos preocupamos del aprendizaje sino
del ganar en un ciclo interminable y agobiante para alumnos, apoderados y
docentes.
Ganador/Perdedor: un binomio de la injusticia
La sociedad se ha
convertido en una secuencia sin fin de competencias. Precisamente a raíz de que estamos tan
metidos dentro de ellas, a veces ni estamos conscientes de la competencia. Los peces no reflexionan sobre la naturaleza
del agua; no pueden imaginar su ausencia y por lo tanto, no consideran su
presencia. El sistema económico está
basado en la competencia, igual que la educación formal, que desde temprana
edad, nos enseñan a vencer a los demás en el proceso de “llegar.”
Se puede definir
una situación cooperativa como aquella en que los objetivos de los individuos,
en una situación dada, son de tal naturaleza que, para que el objetivo de un
individuo pueda ser alcanzado, todos los demás integrantes de dicha situación
deberán igualmente alcanzar sus respectivos objetivos. Una situación será definida como competitiva
cuando la consecución de los objetivos de uno de sus miembros impide la
consecución de los objetivos de los demás.
La competencia no
une a la gente, más bien la separa.
Mientras se podría argumentar que los miembros de un equipo sienten
unión con los de su equipo, hay sentimientos de separación y deshumanización
contra los del otro equipo. No es fácil
entrar en confianza con el competidor, si la situación de competencia implica
“yo gano – tu pierdes”, hay que mirar al otro como rival. El binomio es de opresión: ganador-perdedor,
vencedor-vencido. La competencia nos
enseña a estar pendientes de los puntos débiles de nuestros rivales, para poder
sacer provecho de esta debilidad.
Creemos que nuestra búsqueda por crear alternativas de educación, de organización y de comunicación debe ser fundamentalmente una práctica de la cooperación. Los valores que surgen en situaciones de cooperación son precisamente los que queremos promover en el Centro Shalom, como son por ejemplo: la sensibilidad, la ayuda mutua, la coordinación de esfuerzos, la valorización y la amistad, la confianza, un espacio seguro, una comunidad.
La cooperación en
la educación va mucho más allá de los juegos cooperativos; se puede utilizar
como estrategia para buscar la igualdad y la justicia. Algunas características de los integrantes
de los grupos cooperativos son:
1.
Ofrecen
apoyo y ayuda a los demás miembros del grupo
2.
Intercambian
recursos necesarios tales como datos y materiales y procesan más eficientemente
la información
3.
Ofrecen
reflejos a los demás para poder mejorar su actuación
4.
Cuestionan
las conclusiones y reflexionan para entender los problemas y para promover un
mejor proceso de toma de decisiones
5.
Actúan
con confianza
6.
Reciben
una motivación especial para lograr un objetivo común
7.
Tienen
un bajo nivel de angustia y de “estrés”
Debemos analizar cada actividad en el Centro Shalom por medio del lente de la cooperación. Aunque puede haber lugar para algunas actividades o juegos competitivos, las actividades, los juegos y las dinámicas cooperativas deber formar la mayor parte del programa. Los puntos, los premios, y las penitencias nunca deben llegar a ser los motores fundamentales para energizar o exigir la participación. Los juegos competitivos deben ser diseñados para que la competencia no se vuelva el único objetivo llegando a la denigración, la opresión o el desprecio entre ganadores y perdedores. Los juegos o las actividades cooperativas deberán diseñarse de tal manera para tener elementos de emoción que estimulen el pensamiento creativo como son: el “ganarle al reloj”, el ayudar a los otros equipos en formas inesperadas o el que el objetivo solamente se pueda lograr con los variados aportes de los diferentes participantes. Hay que minimizar la competencia y maximizar la cooperación.
Tomado de “Qué
tal si jugamos…otra vez” por Guillermo Brown
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