Manos Vacías
Cuando las personas se acercan los unos
a los otros con sus manos llenas de regalos para dar ni siquiera pueden tomarse
de las manos o abrazarse en saludo.
Mucho menos pueden intercambiar sus regalos mientras sus manos están
llenas. Primero, tendrán que dejar a un
lado estos regalos para saludarse con las manos vacías.
Dada nuestra lucha constante contra la tentación de
crear una actitud de gratitud y así conseguir una influencia sobre otros con
nuestros regalos, ¿hay mejor lugar que el altar al pie de la cruz para poner
nuestros regalos al acercarnos los unos a los otros? Una vez que hemos traído nuestros regalos
hasta ese altar y las hemos dejado como una genuina ofrenda de gratitud,
podemos darle la espalda a los obsequios, y por ese momento, nuestras manos
están vacías.
Ahora
estamos libres para saludarnos como hermanos y hermanas en Cristo, para
abrazarnos para caminar y trabajar juntos en testimonio y servicio, para reír y
llorar juntos en el gozo y en las penas experimentadas en la solidaridad. Después, podemos tomar de ese mismo altar
cada uno de acuerdo a su necesidad. El
altar habrá purificado el regalo de cualquier trozo de manipulación y hambre
por el control Cada hermana y cada
hermano se convierte en un dador y en un receptor después de que se han
encontrado y se han abrasado con las manos vacías.
Por. Frederick R. Wilson
Del Consejo Mundial de Iglesias
Ginebra, Suiza, 1982
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Tienes una pregunta, un comentario o una sugerencia para la Capellana o el equipo? ¡Escríbenos!